viernes, 19 de junio de 2020

Los talleres del ferrocarril de Bello. Un bien de interés cultural


Los talleres del ferrocarril de Bello son considerados un Bien de Interés Cultural, por las instituciones que tutelan la cultura y producen leyes; por las ciencias sociales y humanas apersonadas del análisis de la tradición y la identidad cultural; y por las generaciones que crecieron acompañadas de la presencia del tren. Generaciones con una mentalidad plena de signos y símbolos relacionados con la vida de las estaciones, el viaje, el comercio, los olores, los sonidos, las modas, las novedades técnicas y científicas o espacios de oportunidades económicas.

Pero este bien cultural está inmerso en un contexto nacional. Una de las expresiones de la cultura material de los colombianos, más relacionada con el sentimiento nacional son los ferrocarriles. A la distancia de ciento setenta años de haberse tendido el primer riel, el ferrocarril y todos sus elementos constitutivos (trabajadores, estaciones, trenes, vías y talleres) conforman lo que la Ley General de Cultura de 1993, define como Bien de Interés Cultural, para ingresarlo al patrimonio cultural de Colombia.

El interés se establece con base en un grupo de criterios de valoración, como pautas de significación cultural. Los ferrocarriles en Colombia, desde su inicio hasta su olvido, fueron el signo del arribo del país al progreso, expresión equivalente a la de modernidad. El ferrocarril entró a las ciudades colombianas a finales del siglo XIX y principios del XX como una “mula de hierro”, anunciando el tiempo de la ciencia y el progreso. La visión de las locomotoras estruendosas y vomitando vapores a presión, marcó la mentalidad de los colombianos y se incrustó en la identidad cultural.

Este producto de la técnica, que se expandió rápidamente por todo el mundo, dividió la historia de los países donde llegó en dos, en un antes y después; porque de ahí en adelante la comunicación humana redujo el tiempo para la transmisión de los mensajes y los abastos. Se conforma así el valor histórico de los ferrocarriles. La política, la economía, el imaginario social y el territorio, entraron a ser afectados, modificados o revolucionados por los rieles.

Colombia tiene una estructura física regida por la trifurcación de la cordillera de los Andes. Los tres ramales resultantes, llamados a su vez cordilleras, configuran un territorio quebrado con alturas, pendientes, depresiones, valles, y mesetas o altiplanos, de muy difícil comunicación. En la época colonial (1530 – 1810) la sociedad mestiza utilizó caminos pedestres indígenas para el tránsito de equinos con las cargas necesarias para los pueblos y villas ubicados regularmente al lado de las minas de oro. La comunicación buscaba el intercambio de las zonas montañosas con el río Grande de la Magdalena, arteria básica del territorio tanto para las sociedades indígenas de épocas prehispánicas como para la sociedad colonial.

Estas condiciones son las que le van a dar a los ferrocarriles un valor histórico fundamental, puesto que los rieles van a salvar esos obstáculos físicos del territorio, para cohesionar y unir la nación. Por eso se relaciona inevitablemente revolución de independencia y construcción de la república con los idearios de progreso que vienen anclados o mesclados con la construcción de esas máquinas vaporinas.

Cuando Bolívar terminó la guerra de independencia, estaba convencido de las bondades del ferrocarril para unir los dos océanos por Panamá. Con la muerte del libertador no murió el proyecto. Desde ese entonces giró como una obsesión en la cabeza de los gobernantes de la Nueva Granada o Colombia, la construcción de ferrocarriles. La república unitaria de Santander, la federalista del Olimpo Radical, buscaron insistentemente ingenieros y empresas extranjeras ferroviarias para dotar el país de una red de carrileras; pero estas convicciones chocaron permanentemente con los intereses regionalistas que llevaron la naciente república a meterse en al menos diez guerras civiles, las mismas que siempre daban al traste con los trabajos del ferrocarril. Resultaron escandalosos sobre costos, pues las empresas contratistas se hacían indemnizar por el incumplimiento de los gobiernos colombianos.

En 1855 una empresa norteamericana termina el ferrocarril de Panamá; en 1872 se termina el ferrocarril Barranquilla – Sabanilla; en 1874 Francisco Cisneros inicia el ferrocarril de Antioquia desde Puerto Berrío. En 1876 se contrató la construcción de la vía Cúcuta – Villamizar. En 1878, también Cisneros inicia el ferrocarril del Cauca e inaugura el primer tramo Cali - Buenaventura en 1882. Bogotá y Girardot se conectan por rieles en 1884. El 20 de julio de 1889, día de la independencia, se inauguró el ferrocarril de la Sabana. En 1907 se inició el ferrocarril de Amagá. En 1910 se inicia la perforación del túnel de la Quiebra. En 1815 la empresa Ferrocarril de Caldas unió Manizales con el Pacífico. En 1913 se termina el túnel de la quiebra y Medellín quedó unida con el Río Magdalena; ese mismo año se inicia la construcción del ferrocarril del Tolima.

Esta vocación de Colombia quedó fundamentada en 1924 y sellada con la intención de establecer la red ferroviaria nacional con los dineros de la indemnización que pagó estados Unidos a Colombia por la pérdida de Panamá. El 70% de esos 23 millones de dólares se dedicaron a consolidar los ferrocarriles nacionales. Pero esta intensión la truncó la introducción de automotores y la consecuente red de carreteras que entraron a rivalizar con el ferrocarril. A pesar de ello el transporte ferroviario sí logró crear un mercado nacional. Por él los productos de las regiones resultaron posibles y asequibles a los connacionales. Antes resultaba más barato comprar en el exterior que comprarle a los vecinos.

Esas bondades de la época llamada revolución industrial, cuyo invento más portentoso fue la producción de movimiento a partir de la energía del vapor, acompañaron los desarrollos de la economía colombiana. El tren sacó el tabaco a los puertos, cuando este producto fundamentó la economía decimonónica. Luego, a partir de 1880 la vocación económica de los colombianos se pasó para el café. La mayoría de la tierra culta se dedicó a ello y las regiones clamaron por una línea férrea que les sacara el producto al río Magdalena. Los ferrocarriles en Colombia son testigos del desarrollo del conocimiento de la tecnología del hierro, al dar origen a varias ferrerías en el país. De estos entablamentos salieron los aperos para el procesamiento industrial del café, el maíz, el cacao y bebidas.

El túnel de la Quiebra, fue diseñado por el ingeniero Alejandro López. Fue Perforado por la empresa de Francisco Cisneros. Esta obra se terminó en 1913 y permitió que los trenes rodaran de Medellín hasta el río Magdalena y de ahí ganar la costa atlántica. Esta obra gigante, le dio cuerpo al Ferrocarril de Antioquia y lo convirtió en referente de progreso para todas las gentes. El ferrocarril se afianza como valor cultural en el valle de Aburrá y especialmente en el municipio de Bello a partir de la construcción de los talleres. “En 1921 se inició la construcción de los talleres cerca de la estación local por iniciativa de Eugenio Gómez Gómez, superintendente del ferrocarril. Posiblemente fueron diseñados por el ingeniero civil Neftalí Sierra enviado a especializarse en concreto reforzado en EE.UU. Finalmente fueron inaugurados en 1925”.*

La estación Bello y los talleres moldearon la ciudad y marcaron el ritmo de la vida de los habitantes. Se adicionan estos a la fábrica de textiles, para conformar el acontecimiento de un inicio de siglo XX como la entrada al mundo moderno que trajo novedades transformadoras. El tango y el bar, música y espacio de y para el ocio en tiempo libre, moldearon el paisaje: en la mayoría de las esquinas se instalaron bares o cantinas con traganíqueles. De la estación y la fábrica se ganaba la plaza central por un barrio con el nombre de la ciudad industrial inglesa de Manchester, la calle más importante del barrio se le llamó Cisneros y se pobló de hoteles, comercio y mercado a partir de 1930.

Por tren llegó uno de los oficios más prósperos de la localidad: el dentista. Llegó y se quedó y los dentistas recibían a los viajeros en la estación para ofrecer una nueva sonrisa o aliviar definitivamente el dolor de muelas. Los viajeros que buscaron este servició crecieron y la fama fue nacional. Llegó también el oficiante proselitista y para 1920 las obreras y obreros practicaron y saborearon la huelga y la conquista de reivindicaciones laborales; el socialismo se metió en el corazón de una de las sociedades más conservadoras de Antioquia. Los habitantes a partir de 1908 y 1924 encontraron unos oficios distintos a la agricultura y la ganadería, a la par del bar o la cantina se abrieron talleres barriales de latonería, metalmecánica, cerrajerías, trabajos del algodón, costura, sastrerías y confecciones.

Los talleres del ferrocarril están en el imaginario de los habitantes de Bello como el origen de la cultura ciudadana, transmitida de padres a hijos. Hoy los altos muros y columnas de ladrillo macizo a la vista de las bodegas y salones funcionales para la reparación de locomotoras y vagones, son un vestigio bien conservado de una arquitectura para el transporte, digna de ser preservada, restaurada y puesta a cumplir una tarea educativa para las nuevas generaciones. Ahí está la memoria, la identidad, la evocación de un pasado lleno de mujeres y hombres que vivieron intensamente y deben ser ejemplo para seguir construyendo.

* Inventario del Patrimonio Urbano y Arquitectónico del Valle de Aburrá. Área Metropolitana Valle de Aburrá y Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín 2006

Textos de apoyo:
1. Arias de Greiff, Jorge. Los Ferrocarriles en Colombia 1836 -1930. En Revista Credencial Historia. No. 257. (Consultado en https://www.banrepcultural.org/biblioteca-virtual/credencial-historia/numero-257/ferrocarriles-en-colombia-1836-1930).
2. Niño Murcia, Carlos. Los ferrocarriles en Colombia: genealogía de un fracaso (sin fecha). En (http://bdigital.unal.edu.co/44703/1/46455-225653-1-SM.pdf)

Imagen: Ferrocarril de Antioquia. Tomada del portal Fotos Antiguas de Medellín.